La perfección, el mayor enemigo del jazz

Artículo de: Massimo Tore

Biografía de Massimo Tore

Massimo Tore, contrabajista, se interesa por el jazz, la música clásica y barroca y la improvisación radical. Nacido en 1958, estudió música desde niño tocando el piano, la guitarra, el bajo eléctrico y, por último, el contrabajo. A los 12 años ya tocaba música pop con grupos de versiones. Autodidacta del contrabajo a los 20 años, se graduó en el Conservatorio de Cagliari. Activo en el jazz desde 1980, ha tocado con Paolo Fresu, Bruno Tommaso, Lester Bowie, Flavio Boltro, Claudio Fasoli, Massimo Urbani y otros. No le gustan las etiquetas y busca una música que combine géneros e influencias. Desde 1985 ha tocado en orquestas sinfónicas y de ópera. Miembro estable desde 1997 de la Orchestre des Champs Élysées dirigida por Philippe Herreweghe, ha colaborado con "Les Arts Florissants", "Anima Eterna" y otras. Ha grabado para Harmonia Mundi, Phi y Deutsche Grammophon. Es profesor de contrabajo desde 2001 y también de jazz y música de conjunto en el Conservatorio de Cagliari desde 2004.

"La perfección es enemiga de la excelencia" (...)
"La perfección está siempre a un paso de la perfección"(...)
Si hubiera esperado a ser perfecta, nunca habría escrito una palabra" (Margaret Atwood)

 

PORQUE LA PERFECCIÓN ES ENEMIGA DEL JAZZ

Todo el mundo espera ser perfecto un día u otro. Tocar con una entonación perfecta, unas líneas perfectas, un sonido perfecto... pero ¿y si pensáramos, en cambio, que la propia idea de perfección es lo que nos frena? Esta aspiración a la perfección no sólo puede dañar nuestra práctica diaria, sino que puede quitarnos la diversión y el placer del descubrimiento, todo el proceso de aprendizaje.

Tocar jazz es una de las aspiraciones más individuales en las que podemos embarcarnos. Pensemos por un momento, Charlie Parker, John Coltrane, Thelonious Monk, Oscar Peterson, Bill Evans... cada individuo es absolutamente original, único.

Pero a menudo la forma en que se enseña el jazz es todo menos individualista, como si hubiera una forma "estándar" de tocar y pensar el jazz, con normas universalmente aceptadas de lo que es "bueno" y lo que es "malo". Que cada acorde requiere una escala determinada, que cada instrumento debe tocar de una manera determinada y que cada músico de jazz debe abordar la música de un modo similar.

Pero la idea de perfección es exactamente eso: una idea, creada y apoyada por quienes nos rodean, nuestras influencias, nuestros profesores, amigos y, sobre todo, nosotros mismos.

Con el tiempo, esta idea de perfección en el sentido del sonido, la técnica e incluso lo que es el jazz en sí, tiende a dirigir y limitar la forma en que nos acercamos a la música.

CÓMO SURGE LA IDEA DE PERFECCIÓN

No tenemos esa idea innata en la cabeza, en algún momento nos entra la curiosidad por saber qué puede ser la perfección...

Tocamos jazz por la energía que nos da, porque nos dejamos llevar por la música, pero al continuar con el estudio, el análisis y la racionalización, la llama deja de arder como antes.

Todo comienza con la primera obsesión por uno de nuestros héroes musicales...

Imitar, copiar, desmontar pieza a pieza a uno de nuestros músicos favoritos es esencial para el proceso de aprendizaje, pero a menudo nos perdemos en el propio músico, elevándolo a tal nivel de grandeza que nunca podremos aspirar a alcanzar.

Nuestro héroe musical adquiere entonces esta imagen de perfección en nuestra mente, y todo lo que hacemos con nuestro instrumento, desde la búsqueda del timbre hasta las líneas, las frases, el timing, tenemos que medirlo con él. Hemos creado esta idea del músico perfecto, que lo hace todo de la única "manera correcta", y estamos muy lejos de ello.

Pero la idea de perfección no se queda ahí. A medida que estudiamos la técnica, el sonido, el repertorio del instrumento, surge una imagen de la perfección instrumental, en la que fijamos en nuestra mente lo que es tener "una gran técnica" o un "bello sonido", aunque éstos formen parte de la interpretación individual. Por ejemplo, Oscar Peterson y Bill Evans tienen ambos una gran técnica y un bello sonido, pero son completamente diferentes, hasta el punto de que son reconocibles por una sola nota o acorde.

Llegamos a construir una idea en nuestras mentes de lo que significa tocar jazz de forma "perfecta". Tenemos esta idea de la perfección del jazz, que manda en todo lo que hacemos, desde las canciones, a los solos que transcribimos, a la actitud general, al propio significado de "ser músico de jazz" o simplemente "ser músico".

Todas estas ideas de perfección las creamos -consciente o inconscientemente- por una razón: para ayudarnos a entender lo que nos gusta y lo que no, para acercarnos a nuestro ideal, que en teoría podría ser algo útil.

El problema surge cuando estamos tan apegados a nuestra idea de perfección que rechazamos nuestra individualidad, creatividad, satisfacción y búsqueda, lo que nos lleva a desanimarnos y perder el interés.

Es esta obsesión por la perfección la que nos envía directamente a un muro, a una jaula de limitaciones y destruye el propio motor que debería impulsarnos a aprender, con el disfrute como experiencia gratificante.

 

 

¿Cómo reconocer esta obsesión y cómo superarla?

 

CÓMO SUPERAR LA OBSESIÓN POR EL "HÉROE PERFECTO

Aprender de nuestros héroes musicales es fantástico, y probablemente la forma más directa de aprender el lenguaje del jazz. Tocando sobre las grabaciones de los maestros, absorbemos los detalles que no se pueden comunicar verbalmente o desde una página escrita.

Utilicemos a nuestros héroes para inspirarnos, para motivarnos, para comprender el funcionamiento interno de la improvisación jazzística. Utilicémoslos para descubrir, definir y crear nuestra personalidad musical.

Sin embargo, si sentimos que nos estamos obsesionando, si sentimos que queremos parecernos a ellos en lugar de parecernos a nosotros mismos, es hora de mirarnos en el espejo.

 

3 PASOS PARA LIBERARNOS DE LA OBSESIÓN POR EL "HÉROE PERFECTO

  1. Somos conscientemente diferentes de nuestros héroes - Tomamos decisiones y elegimos tocar de forma diferente a nuestros modelos. Por ejemplo, si ellos tocan una canción en el registro agudo, nosotros la tocamos en el grave. Si tocan fuerte, nosotros tocamos despacio. Si tocan rápido, nosotros tocamos despacio. Al alejarnos de sus decisiones, podemos tomar las nuestras.

  2. Esforcémonos por crear y definir nuestro yo musical - Acostumbrémonos a aprender de nuestros modelos como si aprendiéramos de nosotros mismos. Preguntémonos, por ejemplo ¿Qué prefiero de tu forma de tocar? ¿Qué me disgusta? ¿Qué cambiaría? ¿Qué puedo añadir? A menudo tomamos lo que tocan como oro, sólo porque su lo hemos tocado. Más bien, construimos algo a partir de lo que nos gusta, nos desprendemos de lo que no nos gusta y hacemos nuestro el material que descubrimos.

  3. Experimentemos y tengamos confianza - Nos preguntamos constantemente: ¿cómo puedo tomar lo que ellos están haciendo e ir más allá?

Utilizamos lo que aprendemos de los maestros para subirnos a hombros de gigantes, no para permanecer a su sombra.

 

No tenemos por qué hacer las cosas de la misma manera que nuestros modelos. Su enfoque muestra una única manera de hacer las cosas, en medio de un sinfín de posibilidades. Aprendemos de los modelos, pero tomamos nuestras propias decisiones sobre qué tipo de músico queremos ser, vamos conscientemente contra corriente.

 

CÓMO SUPERAR LA "PERFECCIÓN INSTRUMENTAL

Uno de los aspectos de la improvisación jazzística que más fácilmente puede atraparnos es una técnica instrumental impresionante. Cuando oímos a un bajista como Niels Pedersen, o a un saxofonista como Michael Brecker, pensamos: "¡Necesito tocar así! Necesito esa técnica!".

O a veces es un poco más sutil.

Cuando empecé a estudiar en el conservatorio, me enseñaron que había una serie de habilidades que había que conseguir para ser un buen contrabajista. Por ejemplo, sonido limpio, arco impecable, adherencia a la cuerda, entonación perfecta... y estas son cosas objetivamente necesarias. Otras cosas, como hacer vibrar constantemente cualquier sonido, no lo son en absoluto y forman parte de una estética que, en mi opinión, es totalmente antimusical, aunque aceptada por la mayoría de los músicos.

Aprender a tocar afinado, con un sonido limpio, conociendo escalas y arpegios, etc. es un paso necesario y da una idea de lo que significa "tener una buena técnica instrumental". Es un buen punto de partida.

A menudo, sin embargo, esto no se ve como un punto de partida, sino como un conjunto de normas más importantes que cualquier otra cosa, que hay que cumplir a rajatabla, y como en el caso del estudio de nuestros modelos, podemos obsesionarnos fácilmente con alcanzar este estándar técnico instrumental. Tocar con una entonación perfecta, tocar con una técnica perfecta, tocar con un sonido perfecto.

Hay una gran diferencia entre dedicar tiempo al estudio diario para mejorar la entonación y el sonido y obsesionarse con DEBER tocar el instrumento a la perfección.

En el jazz, quizá nadie toca perfecto en un sentido absoluto, lo que aspira a hacer un músico clásico. A menudo, en el jazz, la entonación es imperfecta, el registro agudo es un poco estridente o la articulación puede ser poco clara.

El jazz no es música perfecta. Nuestros modelos no son perfectos y a menudo se permiten cometer errores.

Aunque un músico de jazz estudia mucho cada día la técnica de su instrumento, la entonación, el sonido, etc. en la interpretación, estos aspectos de la música pasan a un segundo plano frente a asumir riesgos, contar una historia, crear "atmósferas musicales". Son elementos del jazz que sirven para comunicarse con el público.

 


No temas los errores, no los hay (Miles Davis)

(No tengas miedo de los errores, no existen)

 

Vamos más allá de la noción (errónea) de que sólo hay una forma correcta de tocar nuestro instrumento, o de que no se nos permite cometer errores. Tocamos jazz, no hacemos audiciones para la Orquesta de La Scala....

3 PASOS PARA LIBERARSE DE LA "PERFECCIÓN INSTRUMENTAL

  1. Nos mantenemos a nuestro nivel - Todo el mundo empieza como principiante, eso es un hecho. Intentamos sentirnos cómodos con nuestro nivel instrumental, pero tratamos de progresar continuamente mejorando nuestra técnica instrumental. No debemos frustrarnos si no podemos tocar tan alto, o tan rápido, o tan articulado. La técnica y el sonido se mejoran día a día, a pequeños pasos.

  2. Tenemos derecho a equivocarnos - Al jazz le persiguen los llamados "errores". Son parte de lo que hace grande a esta música. No tenemos por qué tocar siempre "a lo seguro". El objetivo es improvisar y estar "en sintonía", así que aprendamos a "dejarnos llevar" centrándonos en nuestra voz interior, arriesguémonos e intentemos tocar lo que sentimos por dentro. No se trata de tocar nuestro instrumento con absoluta perfección, sino de expresar nuestra voz interior, enviar un mensaje, contar una historia.

  3. Enfocamos nuestro instrumento como un viaje que dura toda la vida - Tenemos toda la vida por delante para mejorar nuestra técnica, nunca será una obra acabada sino algo en lo que trabajamos cada día y progresamos lentamente. Tomémonos nuestro tiempo y hagamos mejoras "sostenibles".

No nos quedemos con la obsesión de tocar nuestro instrumento a la perfección, debemos aprender a tocar melodías improvisadas y a hacer solos con confianza en nosotros mismos. En su lugar, integremos ejercicios de técnica en nuestra práctica diaria.

 

CÓMO SUPERAR LA "PERFECCIÓN JAZZÍSTICA

¿Qué es el jazz? Si preguntamos a 100 grandes músicos seguramente obtendremos 100 respuestas diferentes, pero cuando estemos aprendiendo a tocar jazz, seguro que no nos lo parecerá.

A veces parece que tenemos que pensar qué es el jazz y tocarlo de una sola manera: que tenemos que estudiar una lista precisa de músicos, en un orden preciso, que tenemos que aprender un lenguaje preciso, tocar ciertas piezas y acercarnos al jazz de una manera precisa, para ser un "verdadero" jazzista...

 

Hay que abandonar por completo el concepto de lo que es o podría ser el jazz.

"Para mí la palabra jazz significa I DARE YOU' (W. Shorter)

"Para mí la palabra jazz significa TE RETO" (W. Shorter)

Puede que algunos nos digan que tenemos que saber tocar funk, rock & roll y salsa y todos los aspectos del jazz si queremos trabajar, o que tenemos que saber miles de melodías, o un montón de otras posibles leyendas, pero la verdad es que sí:

  • No hay un conjunto de normas que los músicos deban cumplir para tocar jazz, ni una única forma de tocarlo.
  • Hay muchos tipos diferentes de conciertos, incluida la opción de inventar nuestro propio tipo, y no hay una única manera de tocar jazz, o de trabajar como músico de jazz hoy en día. Depende de nosotros decidir qué queremos hacer con la música, qué nos gusta, qué dirección queremos tomar.

Si nos sentimos agobiados por las definiciones ajenas del jazz, seguimos estos pasos para desatarnos:

3 PASOS PARA LIBERARSE DE LA "PERFECCIÓN JAZZÍSTICA

  1. Resistirse a los dogmas del jazz - No existe una definición única de jazz. Revistas, libros de historia, profesores y otros intentan definir lo que es y lo que tiene que ser para ser jazz, pero ésa es sólo su definición. Una definición más adecuada podría ser "Un lenguaje musical construido por los músicos de jazz del pasado, continuado y ampliado en todo tipo de direcciones, cada una de ellas única, y sobre todo un lenguaje que puede llevarnos a cualquier parte".

  2. Investigamos qué significa para nosotros el jazz - ¿Qué significa el jazz para nosotros? A medida que nos adentramos en la música, la respuesta a esta pregunta aparentemente sencilla cambia, al igual que cambia nuestro acercamiento a la música.

  3. Pasemos a la acción - Signifique lo que signifique el jazz en este momento de nuestro desarrollo, intentamos actuar en esa dirección. No ignoramos los fundamentos, pero intentamos incorporar nuestra propia forma de ver la música. Por ejemplo, si el jazz consiste sobre todo en tocar melodías interesantes, o se trata de ritmos sincopados, o polirrítmicos, vamos en esa dirección. Sea lo que sea, inspirémonos en ello para dirigir nuestro estudio. Sin duda, el jazz no es una cosa: no es un arte rancio que encontramos en los libros de historia.

 

LA VERDADERA PERFECCIÓN: ACEPTA LOS DEFECTOS Y JUEGA CON EL CORAZÓN

El jazz se compone de más de imperfección que la perfección. Debemos descubrir la imperfección, aceptarla, incluirla en nuestro lenguaje.

Para entender lo que significa esta frase, escuchemos por ejemplo a John Coltrane: podemos decir que es él desde la primera nota que toca, y no porque sea perfecto, sino precisamente porque no lo es. Igual que reconocemos el timbre de un instrumento por lo más imperfecto y ruidoso: el transitorio de ataque. Reconocemos a John Coltrane por sus imperfecciones, la forma en que alcanza el registro agudo, algunas notas ligeramente desafinadas, su articulación...

 

Las imperfecciones son las que nos definen a nosotros y a nuestra voz.

Esto no significa que no debamos estudiar para tocar afinado, o con un sonido bonito, o con la articulación correcta, significa que trabajando para tocar afinado, con un sonido bonito y bien articulado, no nos quedamos estancados en las inevitables imperfecciones que puede haber en nuestra forma de tocar.

Nuestros héroes musicales no son perfectos, nadie toca jazz a la perfección y nadie es capaz de definir qué es exactamente el jazz. La perfección en el jazz es una ilusión, así que dejemos de castigarnos. Recordemos que nuestra voz en el jazz no reside en obsesionarnos con la perfección, sino en incluir nuestras imperfecciones a través del trabajo diario del interés por la curiosidad, el descubrimiento personal y el disfrute de la música.

 

LA CRUZ DE LA MEDALLA: DEBES SER TÚ MISMO 😎 (¿y ya está?)

Por supuesto, hay quienes se toman todo lo anterior al pie de la letra, pero eso no significa que les beneficie de cualquier manera. Desde hace unos años, en ciertos formatos televisivos se oye repetir una y otra vez lo mismo tienes que ser tú mismo o hay que ser espontáneo. La mayoría de las veces, estas ideas expresadas en el programa de televisión y aplicadas al contexto musical crean daños irreparables. De hecho, a menudo escuchan a cantantes que desafinan o desafinan, pero sus "entrenadores" les dicen "tienes que ser espontáneo". El resultado es que decenas de jóvenes que querrían acercarse al estudio de la música piensan que para llegar a ser músicos hay que ser ante todo espontáneo, y ello en detrimento del estudio, el conocimiento de la teoría, la armonía, la investigación, la escucha crítica y el conocimiento de la tradición. Además, los músicos que se toman como modelo suelen ser ellos mismos muy mediocres, y tomar como modelo a un músico mediocre no contribuye en absoluto a crear una personalidad musical.

Además, la frase "no me sale espontáneamente" se utiliza como coartada para encubrir la incapacidad de hacer algo, o el desconocimiento de ciertas técnicas de improvisación, o ciertas carencias como el escaso sentido rítmico, la falta de claridad, etc.

La espontaneidad no sirve de nada sin conocimiento.
Hoy en día la cantidad de información disponible de forma gratuita es enorme, incluso excesiva, basta con teclear un nombre, o un género musical en youtube y encontramos millones de grabaciones de audio y vídeo. Incluso se hace complicado elegir un título. Aquí también entra en juego la necesidad de un profesor, que además puede orientar a la hora de elegir lo básico y no perder el tiempo en cosas triviales. Aunque deambular al azar puede llevarnos a descubrir algo nuevo, una elección bien orientada puede ayudarnos a progresar. Sea cual sea el tipo de música que queramos tocar, hay algunas cosas que no se pueden ignorar. No podemos ser buenos músicos de jazz si no sabemos Una especie de azul, por poner un ejemplo. No podemos estudiar contrabajo y no conocer a Charles Mingus, Paul Chambers, Ray Brown, Charlie Haden, Oscar Pettiford... pero yo añadiría que, sea cual sea el instrumento que toquemos, no podemos ignorar a grandes maestros como Charlie Parker, Thelonious Monk, Lester Young, John Coltrane, Bill Evans, Oscar Peterson, Red Garland, Joe Pass, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Billie Holiday y muchos otros. ¿O sólo tocamos música clásica? No podemos ignorar las obras históricas de los más grandes músicos del pasado: Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven y mil otros...

O mejor dicho, tenemos todo el derecho a hacerlo, pero siempre seremos músicos pobres e ignorantes.

Por desgracia, formatos televisivos como Factor X han creado una generación de aspirantes a músicos que no tienen ni idea de lo que significa estudiar un instrumento, sino que, por el contrario, están convencidos de que lo saben casi todo sobre música. Y sobre todo son muy espontáneos a la hora de expresarlo.


Suscribirse al blog

VENTAJAS

FREEbies: inmediatamente n.3 mini eBooks sobre temas de Audio y Música + n.4 ebooks más en 12 meses si sigue suscrito.

EXCLUSIVIDAD: acceso exclusivo a determinados artículos o series reservados únicamente a los miembros.

DESCUENTOS: 10% en libros y manuales que encontrarás en esta web.

NOTIFICACIONES: tras la publicación de cada nuevo artículo.

Cargando

Temas relacionados

6 comentarios
  1. Alessandro Fois
    Alessandro Fois Dice:

    Hola Massimo.

    Al leer su interesante artículo, con el que estoy de acuerdo en su totalidad, en un momento dado pensé:

    Yo, que siempre he "probado" el jazz sin haberlo estudiado de verdad..... "Hoy me he dado cuenta de que soy un músico de jazz, mientras que hasta ayer pensaba que sólo era alguien que de vez en cuando intenta tocarlo".

    Bromas aparte, a continuación ofrezco algunas ideas adicionales, si me lo permiten.

    Sobre la perfección ejecutiva:
    - es obvio que no querer buscar la perfección no puede ser una coartada para la incapacidad; hay que afinar, tocar a compás y con limpieza, conocer la armonía, etc;
    - el ideal de entonación perfecta, precisión rítmica, sonido limpio, etc., como cualquier otro ideal, cumple su función perfecta como referencia absoluta (por ejemplo, el ritmo perfectamente matemático codificado en la parte escrita, que nunca se tocará exactamente así, es una referencia rígida);
    - Una actuación maniáticamente cercana a ese ideal absoluto puede ser admisible en ciertas fases del estudio, pero debe olvidarse por completo a la hora de jugar.

    Hay que distinguir entonces entre música clásica (al menos tal como se entiende académicamente) y jazz.
    Hay un abismo que separa las dos "corrientes". En efecto:
    - El primero es el arte de la codificación, que parte de la parte escrita intentando una adhesión casi maníaca a la perfección técnica y formal, hacia un estilo interpretativo preciso que pueda evocar la época en la que nació;
    - el segundo (el jazz, precisamente) es el arte de transgredir tal codificación, donde el tema es casi siempre reducido o reducible a una melodía con armonía sellada y por lo demás es (o sería) pura improvisación sobre un lienzo armónico rítmico (a veces incluso aproximado), cuando ni siquiera fuera de cualquier esquema preestablecido, como en el free jazz.

    Si he entendido bien tu pensamiento, dices que es de esperar que el "aporte" personal de un músico (que es tal músico) pueda insertarse sin reservas particulares en un contexto dúctil como el jazz, dejando fluir su inspiración expresiva y de improvisación extemporánea, ya que según tu visión el jazz debe seguir siendo una fragua abierta a todas las posibilidades de contaminación, de interpretación expresiva (pero también formal) y, en definitiva, de evolución.

    En opinión de muchos, el jazz debería reducirse a lo que yo llamaría música "bella pero muerta", de forma similar a la música clásica que, debido a sus codificaciones cada vez más vinculantes, ha acabado por quedar aprisionada en un cliché que, por espléndido que sea, no admite nuevas variables ni evolución.

    A pesar de su inalienable carácter de improvisación "abierta", el jazz, muy codificado en cuanto a estilo, comportamiento, fraseo y acentos, pronto se verá (como ya lo está en gran medida) aprisionado a su vez en esos estilos específicos que se han convertido en canónicos.

    La música clásica e incluso el jazz, así entendidos, también se vuelven autorreferenciales, cerrando las puertas a cualquiera que no se ajuste a los dogmas de estilo y estructura definidos como aceptables por la casta conservadora que, de hecho, los dirige con instintos conservadores.

    En vista de lo anterior, no puedo sino unirme al coro que ha invocado:
    CURIOSIDAD, DESCUBRIR, EXPERIMENTAR, POSIBILIDADES
    En otras palabras, la respuesta debe ser esa:
    JUGAR ES DIVERTIDO.
    Así que ¡hagámoslo!
    Es decir, permitir un flujo dúctil de musicalidad.
    ***
    Hace unos años, en el interludio de una velada musical, respondiendo a una pregunta mía concreta (como recordarás) me dijiste más o menos lo siguiente:
    "Puedes tocar jazz porque tienes técnica suficiente, buenos conocimientos armónicos y bastante facilidad melódica, pero no conoces realmente el fraseo y el porte típicos del jazz, así que cuando lo tocas te sale algo que no sólo es musicalmente correcto, sino también agradable pero definitivamente fuera de lo marcado....".

    Así que, volviendo al incipit de este comentario y teniendo todo en cuenta lo que has escrito, con intención principalmente jocosa pero también amistosamente provocadora, te pregunto:
    "Por lo tanto, ¿soy también músico de jazz o sólo alguien que de vez en cuando intenta tocarlo?".

    :-)

    • Massimo Tore
      Massimo Tore Dice:

      CAro Alessandro, gracias por tu comentario. Veo por lo que has escrito que no me he explicado bien.
      De hecho, podría haber omitido la palabra "jazz" y haber dejado la palabra "música" en general. Sin embargo, el objetivo de este artículo es que la búsqueda de la perfección (o de la supuesta perfección) se convierte en un obstáculo cuando nos impide progresar, sea cual sea el género musical en el que intentemos tocar. Conozco a bastantes músicos clásicos que no se atreven a probar ciertas piezas, o en ciertas situaciones, porque no se consideran a la altura, y esto también es una actitud que impide el crecimiento individual.
      En cuanto al jazz, usted habla de que la música está muy codificada y es inmutable, pero no es exactamente así. Le pondré un ejemplo: las lenguas son un ejemplo de cultura "viva", es decir, en constante evolución. Cambian la gramática, el vocabulario, etc. Supongamos que quiero reinventar la lengua rusa, pero no la conozco bien. En su opinión, ¿sería capaz de hacer algo convincente?
      Antes de contribuir a la evolución de un género musical, hay que conocer sus mecanismos profundos, su lenguaje y su tradición, un poco como hablar una lengua extranjera. Pasa mucho tiempo hasta que un hablante nativo no siente que tenemos acento extranjero.
      Para tocar jazz y, sobre todo, para tener una voz propia, única y original (un objetivo que hay que tener, pero que desgraciadamente pocos consiguen), hay que conocer su lenguaje y su tradición.
      En resumen, aprende las reglas para poder romperlas conscientemente (¿Dalai Lama? ¿Pablo Picasso? ¿Gary Peacock? no sé muy bien a quién atribuir esta frase, pero me gusta y tiene mucho sentido).

      • Alessandro Fois
        Alessandro Fois Dice:

        En principio (no en lo de Massimo) estoy de acuerdo... y de hecho fue una provocación benévola, como bien te diste cuenta.

        Sin embargo, no se puede negar el hecho de que la "contaminación" por elementos insólitos y parcialmente descontextualizados (o, si se prefiere, parcialmente fuera de la lengua) es también un elemento nada desdeñable que ha hecho que la propia evolución de la lengua tome rumbos inesperados, y siempre hay alguna persona o algún grupo humano detrás que, en este sentido, a veces incluso inconscientemente, da el pistoletazo de salida.

        También hay que señalar que a veces estas desviaciones "lingüísticas", cuando no acaban en la calle, crean un subgrupo expresivo parcialmente diferenciado, que casi siempre toma otro nombre más o menos relacionado con la lengua de origen

        Esto puede observarse tanto en un lenguaje verbal (inglés-jamaicano, por ejemplo, para hacerlo simple y banal) como en el contexto de un lenguaje musical (etnopop, neoclásico, nu-jazz, acid-jazz y mil otros), e igualmente en otros contextos (cito, por ejemplo, las digresiones de ciertos artistas naif cuyo estilo procede del impresionismo, por ejemplo, sin coincidir con él).

        Creo que es justo observar que a menudo estas digresiones que se desvían de la lengua materna musical, sobre todo en los tiempos modernos, surgen a veces del estilo de un disco editado por un artista nuevo y desconocido que, habiendo tenido un pequeño éxito, al menos notable, orienta realmente a otros músicos hacia el desarrollo de un nuevo subestilo naciente, creando a veces incluso una verdadera "corriente".

        Luego, por supuesto, estas expresiones pueden parecer más o menos talentosas, de más o menos buen gusto o éxito, o simplemente pueden encontrar más o menos consenso y seguimiento, y a veces llegar a tener tanto éxito como para crear un verdadero subgénero, a veces incluso más allá del valor artístico intrínseco de la contaminación y por mil razones diferentes, entre las que a menudo está también la mano del marketing. Pero esto último es otra historia bien conocida.

      • Alessandro Fois
        Alessandro Fois Dice:

        Sin embargo, en respuesta a su última frase, le diré que en el prefacio de mi libro sobre mezclas escribí lo siguiente: "No sigas ninguna regla, pero primero conócelas todas". Esta frase se hace eco de la tuya: "Aprende las reglas para poder romperlas conscientemente"...... Parece que nos hemos entendido, por fin.... :-)
        Hola Massimo.

    • Massimo Tore
      Massimo Tore Dice:

      Se me olvidaba: aprender las reglas no es suficiente para aprender a tocar jazz, pero tampoco lo es aprender funk o pop o música clásica. Conocer las reglas (como ya dije en otra entrada de este blog) no basta para ser un buen músico. Conocer la relación entre escalas y acordes no nos dice cómo construir una buena línea melódica, etc.

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.